En Adán y en Cristo
Leslie M. Grant
Paradojas Bíblicas Maravillosas


“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1.ª Corintios 15:22). Por medio del nacimiento natural todos los seres humanos están “en Adán” y son hijos de un padre caído que les dejó como herencia una naturaleza pecaminosa y sujeta a la muerte. Adán fue la cabeza de la primera creación y las consecuencias trágicas de su caída involucran a la creación entera. Por el contrario, Cristo resucitado es la Cabeza de la nueva creación. Él ha logrado bendiciones mucho más grandes de las que perdió Adán. Aunque todavía no vemos la plena manifestación de esa nueva creación, un día Él se mostrará como su Cabeza ante un universo que se maravillará. Mientras tanto, todos los creyentes en el Señor Jesús han recibido la vida eterna y son contemplados por Dios “en Cristo”, participando de todas las bendiciones que Él ha introducido en virtud de su muerte y resurrección. Cada creyente es aceptado por Dios de la misma manera que Él acepta a su Hijo, y es amado con el mismo amor con que Él ama a su Hijo.
Consideremos una situación paradójica. En cuanto a la vida natural, el creyente es hijo de un padre caído y tiene una naturaleza pecaminosa que está sujeta a la muerte. Pero al mismo tiempo Dios lo considera “en Cristo”, allí donde el pecado y la muerte no tienen cabida. Muchos creyentes encuentran estas cosas difíciles de entender porque son contrarias entre sí. Pero la fe es el gran principio por el cual podemos descansar en lo que Dios declara al respecto, aun cuando nuestro intelecto no lo pueda comprender. Estas cosas resultarán incomprensibles para los incrédulos, incluso cuando cuenten con una gran capacidad intelectual.
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