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Josué, un Hombre en quien está el Espíritu

Hugo Bouter

Números 27:18

Josué y Jesús

Desde su juventud Josué era sirviente de Moisés, el gran hombre de Dios que llevó a Israel fuera de Egipto y dio al pueblo la ley de Dios (Ex.24: 13; 33:11; Núm. 11:28; Deut. 1:38). Su vida es un buen ejemplo de crecimiento espiritual que es experimentado por cada joven creyente que camina con el Señor. Algo similar puede ser visto en la vida de Elíseo, quién mientras camina con Elías, fue preparado para la tarea que dios tenía reservada para él. Josué es también un tipo del Señor Jesús mismo, como es evidente en sus nombres similares. Jesús es la forma Griega de Jeshua o Joshua. Estos nombres expresan la salvación de Dios. Joshua significa “Yahweh [1] salva” o “Yahweh es salvación”. En el Nuevo Testamento el ángel anuncia el nacimiento de Jesús unido su nombre con la salvación de los pecados: “y le llamarás Jesús; porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. (Mateo 1:21).

Sabemos que Josué completó la obra de su predecesor. Mientras Moisés libertó al pueblo de Dios de la tierra de esclavitud, Josué les guió hacia la tierra prometida. La salvación del Señor podría verse en el éxodo fuera de Egipto (Éxodo. 14:13; 15:2), mas su completa manifestación fue solo después de la conquista de Canaán. Esta era la gran meta de liberación de Israel desde Egipto. Así Moisés y Josué son un doble tipo del Señor Jesucristo, quién no solo libera a su pueblo de su esclavitud del pecado y Satanás, sino que también los lleva a la tierra celestial. Dios nos ha hecho sentarnos juntos en los lugares celestiales en Cristo y nosotros hemos sido bendecidos allí con toda bendición espiritual (Efesios 1:3; 2:6).

Josué es un tipo especial de Cristo que a través del poder del Santo Espíritu, lleva a su pueblo a esta tierra celestial, nuestro Canaán de descanso (Hebreos 3 y 4). Él apunta a Cristo como el único que en y por el Espíritu, está activo ahora en nombre de su pueblo. Más hay también la individual aplicación para nosotros mismos como creyentes, quiénes han de ser llenado con el Espíritu (Efesios 5:18). Nosotros debemos seguir el ejemplo de Josué como hombre lleno del Espíritu.

Josué Como Un Guerrero

Permítanos examinar el curso de la vida de Josué en orden a ver como él fue preparado, paso por paso, para su gran tarea y también refleja las lecciones espirituales para nosotros. Por primera vez su nombre se menciona en Exodo 17:8-16, en la batalla contra Amalec. Aparentemente Josué era un buen soldado, porque él emprendió la carga en la batalla mientras Moisés hacia la intercesión en la cima de la colina. Los Israelitas habían sido libertados de Egipto, pero no significaba que no habría ningún conflicto para ellos en sus jornadas a través del desierto. De manera similar nosotros hemos sido liberados del poder del príncipe de este mundo, pero esto significa que nosotros no tendremos luchas en nuestra senda aquí en la tierra. El desierto simboliza esta escena terrenal con todas sus dificultades, angustias, dolores y luchas. El Señor nos ha dejado aquí para combatir por la gloria de su Nombre y Él está en la gloria intercediendo por nosotros. Nosotros tenemos que pelear la buena batalla y soportar las penalidades como buenos soldados de Jesucristo (1Tim. 1:18; 2 Tim. 2:3).

En este aspecto Josué es un importante ejemplo para nosotros. Mientras Moisés permaneció en la cima del monte en disposición para interceder por sus soldados, Josué estuvo luchando abajo en el valle. Debido a la intercesión de Moisés, Josué obtuvo la victoria sobre Amalec. De la misma manera, nuestro Señor en el cielo nos apoya en nuestras batallas aquí en la tierra, en nuestros conflictos con Satanás y la carne. A través de Él nosotros somos más que vencedores (Rom. 8:34-37). Amalec era un adversario poderoso y hábil, que atacó las líneas posteriores de Israel (Núm. 24:20; Deut. 25:17-19; 1 Sam. 15:2). Este enemigo es un tipo de Satanás como alguien que conoce nuestros lugares débiles e intenta impedirnos el servir al Señor como un pueblo redimido. Nosotros podemos obtener la victoria sobre este poderoso adversario, solo cuando recibimos la fuerza de lo alto.

En La Montaña Del Señor

La batalla con Amalec era solo el principio de la carrera de Josué. Después en el libro de Exodo nosotros lo encontramos como siervo de Moisés y compañero. En estas capacidades Josué tenía una tremenda experiencia ya que él era el único que le fue permitido subir la montaña de Dios con Moisés (Ex. 24:13-14). En Exodo 32:15 nosotros les vemos bajar juntos de la montaña, y en Éxodo 33:11 es manifiesto que Josué no se alejaba del tabernáculo de reunión que Moisés había colocado fuera del campamento.

Cuando nosotros aplicamos estas cosas a nosotros mismos vemos que podemos tener varias experiencias útiles en nuestro andar con el Señor. Él no sólo nos hace más que vencedores en nuestros conflictos aquí en tierra, sino que Él también nos da un entendiendo más profundo de la voluntad de Dios y sus caminos con su pueblo. Nosotros deberíamos estar con Él en la montaña, por decirlo así, y debemos aprender acerca de los pensamientos profundos de Dios de todo aquello que concierne al lugar de Su morada en medio de su pueblo (Ex. 25–31). Él nos enseña a discernir la verdadera condición del pueblo de Dios y el resentimiento de todos nuestros fracasos, Él no obstante nos permite un lugar donde se nos permita reunir de acuerdo con Su voluntad. Israel se olvidó de Moisés y volvieron sus espaldas a Dios y al apóstol su confesión. De manera similar, la Cristiandad profesante no tiene en cuenta los derechos del Cristo exaltado, el Señor de gloria, y han caído en la idolatría (Apoc. 2:14,20). La separación de este mal es una necesidad y nosotros debemos ir adelante a Cristo fuera del campamento (Ex. 33:7; Heb. 13:13). Permitámonos, como Josué, buscar al Señor y no alejarnos de Su presencia. Entonces Él nos enseñará y nos preparará para la tarea que Él desea que nosotros realicemos.

La Conquista De Canaán

Paso a paso Josué fue preparado para la gran misión de llevar al pueblo a la tierra prometida y ser su comandante en jefe en el conflicto que acontecería. Él era un guerrero, pero él tenía que aprender que había enemigos, no sólo en el desierto, sino que también en la tierra prometida. Su preparación para el conflicto en Canaán puede ser encontrada en el libro de Números. Él fue uno de los enviados a espiar la tierra. De igual forma, nosotros tenemos que aprender que no sólo hay conflicto en nuestra vida peregrina (en “el desierto”), sino que también nosotros estamos combatiendo en una guerra en los lugares celestiales (en “la tierra”).

Nosotros luchamos no contra carne y sangre, sino contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Estos poderes malos sólo pueden ser derrotados cuando nosotros tomamos toda la armadura de Dios, y usamos las armas divinas (Efesios 6:10-20). Nuestras bendiciones son de una naturaleza espiritual y en los lugares celestiales. Ellos sólo pueden conocerse y pueden disfrutarse a través del poder del Espíritu santo (Efesios 1:3). Esta es la obra del Espíritu el cual nos muestra esto, conectados así todos ellos están con la posición presente de Cristo, a la diestra de Dios. Josué presenta un cuadro de un creyente lleno del Espíritu, cuya atención está enfocada en las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios (Colosenses 3:1).

No es hasta Números 27:18, cuando la entrada a Canaán está ante él, este Josué es descrito como un hombre lleno del Espíritu de Dios. En el libro de Números nosotros encontramos varias experiencias que indican el crecimiento espiritual de Josué hacia este punto. En el capítulo 11:24-30 vemos cómo él estaba celoso en favor de la causa de Moisés de una manera no espiritual y por consiguiente necesitó corrección. Nosotros podemos comparar esto con el comportamiento de algunos creyentes en Corinto quienes deseaban hacer de Cristo el líder de un cierto partido (1Cor. 1:10-13). En Números 13:16, en vista del espionaje a Canaán, el nombre de Josué fue cambiado: “Y a Oseas hijo de Nun le puso Moisés el nombre de Josué” El nombre de Oseas apunta en un sentido general a la ayuda y salvación del Señor. Mientras que el nombre de Josué está más claramente unido con el Nombre de Yahweh mismo. Sólo pueden encontrarse salvación y redención en Yahweh, el gran YO SOY. Por que, por este cambio de nombre la atención de Josué se enfocó en el SEÑOR, quién le mostraría Su salvación completa a Israel por su entrada a Canaán.

Lo mismo es aplicado a los creyentes en la presente dispensación del Nuevo Testamento–no es debido a que yo vivo, sino Cristo que vive en mí. Nuestra atención no debería ser enfocada en nosotros, sino mucho mejor en la gran salvación que Dios ha logrado en Cristo. Quizás nosotros podamos comparar el cambio del nombre de Josué con la transición de romanos 7 a romanos 8, lo central resulta que no es debido a nosotros mismos, sino a Cristo y al Espíritu. Romanos 8 nos muestra un creyente lleno del Espíritu. Un Cristiano no sólo nace del Espíritu, él es también sellado y es ungido con el Espíritu. Por esta razón él debe estar continuamente lleno del Espíritu y debe ser guiado por Él para ser competente en cumplir la labor que Dios le ha dado. Josué es un buen ejemplo de esto.

Cuando nosotros hemos visto, el cambio del nombre de Josué fue relacionado a su espionaje a la tierra de Canaán. Haciendo así, él vio las ricas bendiciones conectadas con esto, los frutos de la tierra. Era una tierra buena, una tierra que fluye leche y miel. Lleno de entusiasmo, él volvió con Caleb y los otros espías. Pero cuando ellos les mostraron los frutos que habían recogido a los Israelitas, los diez hablaron sobre las grandes dificultades que la conquista de Canaán involucraría. Descorazonado por estas palabras el pueblo llanamente se negó a tomar posesión de ella. Los únicos que hablaron en el lenguaje de la fe fueron Josué y Caleb. Ellos tenían un espíritu diferente comparado a los Israelitas los cuales no creyeron a la promesa de Dios y despreciaron esta buena tierra (Núm. 14:24). Por esta razón ellos fueron guardados, mientras que todos los otros perecieron en el desierto. Hebreos 3:19 nos dicen que el pueblo no pudo entrar debido a la incredulidad.

De manera similar, nosotros estamos para glorificar a nuestro Dios por fe, creyendo las promesas de Su Palabra y confiando en Su poder en nuestras batallas espirituales. Las bendiciones espirituales en lugares celestiales que nosotros poseemos en Cristo sólo pueden ser disfrutadas a través de la fe y está en la fuerza de nuestra fe, y bajo la guía del Espíritu nosotros podemos tomar posesión de nuestra porción en la tierra. Esto es mostrado en la enseñanza típica del libro de Josué. Todo lugar en el que nosotros pisamos es nuestro (Josué. 1:3). Este conflicto involucra solamente tiempo y de nuevo Dios concede la victoria así que toda la tierra será conquistada y será nuestra (Josué. 11:16-23).

La historia de los espías nos muestra que la fruta de la tierra prometida puede incluso ser disfrutada en el desierto (Núm. 13:26-27). Sin embargo, la intención de Dios para nosotros es que gocemos las bendiciones de la tierra continuamente, porque nosotros hemos tomado posesión de esta y moramos en ella. ¡Debemos movernos más allá gozando simplemente de antemano de esta tierra! Todo creyente que es lleno con el Espíritu de Dios es apto para esto y puede disfrutar la salvación del Señor en su completa dimensión. Y así, como Josué, nosotros somos "lleno del espíritu de sabiduría" (Deut.34: 9), Dios nos usará ciertamente para llevar a otros a las ricas bendiciones que han sido preparadas para los hijos de Dios.

Hugo Bouter

08062004 D.V.


[1] Corresponde a la transcripción castellana del nombre de Dios dado en la Biblia hebrea por el tetragramatón YHVH. La pronunciación Jehová proviene del hecho de que para la lectura en las sinagogas YHVH se leía Adonai (Señor), y que las a las consonantes del tetragramatón se habían añadido las vocales de Adonai.